"¡Dame 300 de jamón y 300 de amarillo!" - Fué lo que exclamé, ante un "Buenas tardes, dígame", de una mujer que no logroba divisar desde la calle, en aquella bodega del barrio.
La bodega estaba algo llena. Habian unas 5 personas para atender a los clientes y, no estaba el mal encarado que casi siempre atiende allí en dicho local.
"Buenas Tardes, dígame" - fué lo que oí de ella cuando le ví.
Un rostro perfilado, unos labios delgaditos y que se tornan a la vez apetecibles, adornaban el bello rostro de una morena, casi color chocolate claro, que me atendía aquella vez.
No todo quedó allí.
Aquel hermoso rostro se atrevía a ser mas bello, cuando podías apreciar mas allá de lo visto. Una cabellera negra, color negro y lisa, te inducía a querer pasar una eternidad dibujando cada hebra con tus dedos.
"¡Buenas, dígame!" - me volvió a decir la hermosa morena de la bodega, sacándome del ensimismamiento que me provocaba su belleza.
"Buenas Tardes, sí. Por favor deme 300 de amarillo y 300 de jamón" - fue lo que rapidamente logré articular, con voz algo estoica, para no parecer un tonto baboso.
La dama en cuestión, solo me vió por poco tiempo y se dispuso ir al fondo del local a atender mi pedido.
Fue inevitable que mis ojos no pudieran seguir apreciando toda su piel y geografía.
Cuando se fue caminando de espalda, a una distancia relativamente corta, me deleité viendo sus robustas piernas de abajo hacia arriba, así como tambien, vi su parado, algo grande y divino culo.
Volvi mi vista hacia abajo, buscando poder tambien ver sus pies al desnudo.
Mi sorpresa fué mayuscula al ver que llevaba puestos unos zapatos nikes, que me impidieron seguir mi recorrido visual.
La chica se regresa con mi pedido y me pregunta:
[CONTINUARÁ]
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