¿Cuántos de nosotros no hemos sentido ese guayabo post-graduación? Ese momento en el que te entregan el título de bachiller, suena la marcha triunfal... ¡y de repente, la nada!
Se siente como si te lanzaran al mar sin salvavidas.
A esa sensación, a ese descuido por parte de algunos padres en orientar a nuestros chamos, yo le pongo un nombre que me resuena y me pega: "Orfandad Académica".
No es que nuestros papás no quieran, muchos hacen hasta lo imposible. Pero a veces, en el resolver del día a día, se hace cuesta arriba sentarse a dibujar el mapa del futuro con los chamos.
¡Y la verdad es que no es así! Un bachiller recién salido del horno está lleno de energía, de ganas, pero muchas veces perdido.
A mí me pasó.
¿Qué carrera elegir? ¿Hay becas? ¿Cómo se consigue un trabajo digno si no entro a la universidad? ¿Hay opciones técnicas? Tantas preguntas y pocas respuestas claras.
La "Orfandad Académica" es esa brecha gigante entre la educación media y el siguiente paso, sea la universidad, un instituto técnico, un emprendimiento o el mundo laboral. Es esa falta de mano amiga, de brújula que nos diga: "Mira, por aquí puede ser tu camino". Es el resultado de un sistema que gradúa, pero no acompaña, que suelta a los jóvenes en un laberinto sin farol.
¿Y qué hacemos con esto?
Bueno, primero, reconocerlo y hablarlo.
Si eres papá o mamá, tómate un tiempo para hablar con tu chamo. Investiguen juntos. Y si eres un bachiller que se siente así, ¡no estás solo! Busca información, pregunta, toca puertas. Las universidades, los institutos, las redes de profesionales... siempre hay alguien dispuesto a echar una mano.
Esta "Orfandad Académica" no es un destino, es un reto. Y como buenos venezolanos, ¡sabemos de retos! Toca unirnos, presionar para que haya más programas de orientación, más oportunidades reales. Porque el futuro de nuestro país está en las manos de esos bachilleres que hoy se sienten un poco huérfanos de dirección.
¿Qué piensas tú? ¿Alguna vez te sentiste así?
¡Cuéntame en los comentarios!
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